METZORA – מצורע
Haftará: 2 Reyes 7:3-20
BRIT JADASHA: Mateo 23:16-24; 30-31
De todas las faltas en las relaciones humanas, la que más repercute es Lashon Hara (el mal hablar de uno sobre otro), puesto que son tres los implicados y dañados: quien habla, quien escucha; y de quien se habla.
Una de las causas del tipo de lepra que nos relata esta parashá tiene que ver con este proceder, es uno pero no el único error que incluye la tzara (lepra).
Tanto el hombre como los objetos que lo rodean se pueden volver impuros y para recobrar la pureza la Torá nos habla de elementos que solo en el mundo de los símbolos tienen explicación o contenido; estas son textuales palabras de nuestros sabios.
En toda reunión de más de dos personas o de tan sólo dos surgen los pensamientos traducidos en diálogos que impulsan al Lashon Hara.
Todo corazón que se ocupe más de lo que el otro hace, dice o piensa termina disgustando al cielo por este error; todo corazón que escucha su propio ietzer hara (inclinación al mal) es el origen y motor de este tipo de lepra.
Los pasos de la purificación nos muestran en el mundo de los símbolos, que en el futuro el Mashiaj nos mostraría la senda por la cual nuestros corazones quedarían limpios: la muerte de nuestro yo ante D-os; la exaltación de la humildad, la sangre del Mesías; y la liberación final de nuestra inclinación al mal.
Estos elementos del mundo de los símbolos, el cedro, el hisopo; la púrpura escarlata, el pájaro muerto; y el pájaro vivo solo tienen sentido en el mundo de la emuna (fe).
Fue muy claro el profeta Iejezquel cuando en 36:25 nos relata la purificación que todo corazón tendrá en la era mesiánica.
El Mesías ya vino, Yeshua nos purifica si le llevamos en el corazón y vivenciamos con sus ojos las Escrituras. Si aún dudas, estás fuera del Olam Haba (mundo por venir) porque ¿quien con impureza puede ingresar a la kedusha (santidad) de la Vida Eterna?.
¡Israel! La puerta esta abierta y Yeshua Hamashiaj te llama. Recibilo en tu corazón
Con inmenso amor
Iosef Shemi
Rabino Mesiánico
Metzora (2)
En la actualidad, se lee como metzora una afección que llamamos lepra, pero si leemos la manifestación que esta tenía dentro del seno del Pueblo de Israel, veremos que si bien hablamos de una manifestación cutánea, con manchas en la piel de color blanco, estas también podían expandirse al resto de los bienes que nos rodean, desde la ropa a las paredes del hogar.
La situación de impureza, ya que esto implicaba la aparición de la afección, refería a la advertencia divina de que hemos cometido un fuerte acto usando nuestra lengua o pensamiento. Mas tarde, la Tora nos narrará que Miriam, la hermana de Moshe cuando cometió Lashon HaRa (podríamos explicarlo como hablar mal del prójimo, faltarle el respeto, mentir acerca de una situación, etc.), en ella broto la Metzora.
Esta afección tenía como elementos intervinientes en la purificación o reinserción social la madera de cedro (representa el orgullo), hisopo (la humildad e igualdad entre todos para los ojos de Di-s), dos pájaros puros (que al volar llevarían nuestros malos pensamientos quedando nosotros libres de ellos), púrpura escarlata (implica la mala conducta) y finalmente las aguas surgentes (limpieza del mal).
Aplicando el concepto de Parshanut Haremez (interpretación alegórica), podemos entender que el mal que estamos ocasionando con nuestra boca, que proviene de nuestro pensamiento, en realidad nos termina afectando a nosotros. Es como una saeta que vuela a gran velocidad, pero regresa a su punto de partida.
Mashiaj nos ha expresado que Maljut HaShamaim, el Reino de Di-s, esta entre nosotros, en nosotros, y de él brotará nuestra acción, si crecemos con él todo nuestro ser queda impregnado por el dominio de Di-s, hasta que nuestro pensamiento y voluntad se funden con la de Di-s. Por ello, Lashon Hará nos saca fuera del Reino de Di-s, ya que es una manifestación de nuestro impulso del mal que ha logrado capturar nuestro corazón. La envidia, la hipocresía, la mentira, la violencia, son todas manifestaciones que la expresión oral de nuestras palabras permiten mostrar si realmente Di-s habita en nosotros.
El dominio de nuestras palabras comienza por el dominio propio, sino somos como hojas llevadas por el viento, de un lugar al otro, de una amistad a otra, de una convicción a otra, alejándonos del bien, del diálogo, de escuchar al prójimo y de compartir aun en la diferencia.
Como dijo Yeshua Hamashiaj, que nuestro hablar sea si, si, o no, no, por que lo demás proviene del ietzer hará (impulso del mal).
Con inmenso amor
Iosef Shemi
Rabino Mesiánico