MIKETZ – מקץ
Haftará: 1 Reyes 3:15-4:1
Brit Jadasha: 1 Corintios 2:1-5
Un sueño que se hace realidad y una realidad que parece un sueño, ambas perspectivas están presentes en esta parasha.
Parho (el Faraón) es asustado por un sueño, siete vacas gordas devoradas por siete vacas flacas, siete espigas gordas devoradas por siete espigas flacas.
En su séquito tenía Paroh sus propios magos y sabios, ninguno interpretó el sueño tal que la paz vuelva al corazón de él.
Entonces Iosef (José) aparece en escena, luego de doce años de prisión es llevado ante la máxima autoridad de Mitzraim (Egipto). Sus palabras son contundentes, Paroh fue advertido de siete años de abundancia y siete de hambruna. Aquí surge la grandeza de Iosef, sus palabras vuelven la paz al rey, mas no pide nada para si, en el consejo que le da a Paroh de administrar la abundancia para el período de flaqueza, habla impersonalmente. Adonai elevará a Iosef hasta el cargo más alto en el gobierno, sólo debía cumplir órdenes de Paroh, el resto dependía de él.
Cuando un tzadik (justo) enfrenta las circunstancias de la vida con paciencia y esmero, intentando sobreponerse ante todo y siguiendo la senda de la Justicia Divina, jamás es abandonado. Adonai Melej leolam (D-os rey del mundo) trajo estos hechos naturales a fin de que Iaacob y sus hijos desciendan a Mitzraim.
Recordemos que a Abraham Habinu (Abraham nuestro padre) se le reveló que Israel estaría en Mitzraim (Egipto) y que saldría con muchos bienes. Los tiempos de la hambruna trajeron compradores de toda la tierra, y las arcas del tesoro de Paroh se llenaron de oro y plata. Iosef se encargaba de la venta de granos, así que distinguió rápidamente a sus hermanos, pero ellos no.
Un sueño de su infancia se hace realidad, sus hermanos se inclinan ante su presencia. ¡Cuantas emociones encontradas tuvo en ese momento! Mas supo actuar como un jajam (sabio). No dio pie a ningún sentimiento egoísta, no hubo lugar para exaltarse delante de ellos, sino que antes de mostrarse como hijo de Iaacob, los condujo a la Teshuva (arrepentimiento). Un tzadik muestra su grandeza cuando al estar enaltecido se humilla por propia decisión y se despoja de sus poderes a fin de conducir a los suyos.
¡Que gran enseñanza nos deja Iosef! Como judíos mesiánicos es muy simple comprender que para reinar hay que vivir, para ser puesto en alto hay que descender.
En todo ellos vemos el mismo proceder de Yeshua HaMashiaj, que siendo Melej Cohen Gadol y Nabí (Rey, Sumo Sacerdote y Profeta), por amor a Israel y a las naciones vivió hasta el sacrificio con amor, paciencia y humildad.
Con inmenso amor
Iosef Shemi
Rabino Mesiánico
Miketz (2)
El sueño de Paroh (Faraón) le ha quitado su paz interior, y ninguno de quienes se lo interpretaban le devolvían su tranquilidad.
Siete vacas gordas eran devoradas por siete vacas flacas, siete espigas grandes eran devoradas por siete espigas flacas, todo el cortejo de astrólogos y sabios egipcios desfilaron ante Paroh, pero ninguno pudo devolver a su dios en la tierra, Paroh, la paz interior. Ante cada interpretación, surgía un sentimiento interno, visceral, que le decía que esa no era la cuestión a tener en cuenta como interpretación del sueño.
Sin embargo, cuando fue traído Iosef (José) ante su presencia, y escucho no sólo lo que significaría la trama de su sueño, sino además el consejo agregado por Iosef, y sintió internamente que la paz le llegaba de nuevo, entonces Paroh comprendió que estaba frente a quien un Di-s le enviaba un mensaje (para él Elohim era uno mas entre tantos y posibles dioses).
El justo Iosef veía recompensada en su vida su paciencia y fidelidad a Di-s.
Hasta aquí , su vida pasó de ser amado por su padre y rechazado por sus hermanos , a ser esclavizado, acusado injustamente y apresado, para volver a ser reivindicado.
Mas su justicia nunca lo abandonó, y su humildad y servicio fueron su sello.
Quisiera poner énfasis en un aspecto del sueño, y es los siete años de bonanza con los siete años de hambruna. Es muy interesante observar como este acontecimiento repercute no solo en la vida de Iosef ni en la de Paroh, sino en todo el imperio egipcio, y en un clan, Jacob y toda su familia, ubicado en la Tierra Prometida a Israel.
Para cada uno el mismo acontecimiento implicó consecuencias diferentes, y todas provenientes de Di-s.
Así es en nuestro camino, cada hecho que sucede, aunque nos parezca pequeño, proviene del Altísimo, Bendito Sea Su Nombre, y cada acto que realizamos a su vez repercute en otros.
Así, cuando reconocemos que Yeshua es el Mesías, este acto que es de orden espiritual, repercute en el orden lógico y físico de nuestra existencia, y modifica no solo nuestra vida, sino la de otros.
Con inmenso amor
Iosef Shemi
Rabino Mesiánico